cuando estoy conmigo

Cuando estoy conmigo creo que nada puede alterarme, creo que el mundo es un pequeño escenario en el que me muevo muy tranquila.Puedo escribir lo que pienso,mi razonamiento es claro. Pero salgo y me encuentro con un oceano de gente,objetos,luces, sonidos impredecibles que desentructuran mi armonia, esa armonia perfecta que tengo cuando.....estoy conmigo

viernes, 25 de mayo de 2007

para los que creen en los angeles

ANGELICAL

-"Siempre creí en los Ángeles, quizás por eso le creí esta historia a quien me la contó, quedan en ustedes señoras creer o no."-

Así empezó una reunión de antiguas compañeras de secundaria, esas en las que se cuentas las más maravillosas historias personales, mientras se recuerda con ilusión el pasado. Estábamos todas las mismas de siempre, pero esa noche fue de Romana Tossci ,hoy una conocida escritora, muy buena narradora de cuentos.

Romana era una persona muy especial. Su tez mate y su cabello renegrido, no eran opacados por la luz brillante que parecía derramar a su paso. Su color era el blanco, todo en ella brillaba, sus ojos su sonrisa, su guardapolvo. Era casi angelical, parecía no tener maldad, quizás por eso muchas veces la tomábamos de punto, pues ella parecía no comprender nuestras travesuras, y no podía preverlas. Según contaba, tenía un ángel dentro de ella y por eso no tenía miedos, pues él la cuidaba. Nadie le creía, pero estar a su lado era sentir una extraña sensación de paz. De adolescentes los muchachos se le acercaban poco, aquellos que lo hacían eran los que después veíamos llorar en su puerta. Todos ellos decían que era un ángel, que era de otro planeta y querían conservarla para ellos, pero cuando se sentía encarcelada, terminaba definitivamente la relacíon. Le gustaba mucho los niños, siempre que salíamos con ella a tomar algo, se nos acercaba alguno de otra mesa y terminaba indefectiblemente en su falda, jugando al Antón pirulero. Estudió para maestra. Era maravilloso ver la relación que tenía con los niños, se la podía ver corriendo entre ellos, o rodando por el piso, sin importarle, en absoluto el que dirán. Tenía alma de niña y eso la hacia diferente a las demás maestras. Quizás por eso siempre parecía una persona de no más de treinta años aún cuando tenía cincuenta. Muchas veces la vi levantar del suelo a un niño llorando por un golpe y detener su llanto y su dolor casi mágicamente, sólo con tomarlo entre sus brazos, posar su mano en su frente y decirle algo al oído.

Esa era ella, una persona muy sensible que sufría con el dolor ajeno, amante de la naturaleza y dueña de la más brillante sonrisa y que aparecía o me llamaba por teléfono justo cuando yo la estaba necesitando. De grande me confesó que su ángel había quedado atrapado en ella y que no podía salir de su cuerpo y yo le creí.

La realidad la presionaba tanto que necesitaba una fuerte coraza para no dejar asomar sus emociones, y eso la lastimaba día tras día.

Romana era "la escritora” capaz de inventar toda clase de historias maravillosas; sabía que las que más nos gustaban eran las de amor así que esa noche se esmeró especialmente ya que cumplíamos 30 años de egresadas del normal.

Y así casi a la medianoche, cuando el alcohol, y los recuerdos se agolpan en las mentes; Cuando la noche atrapa, la lengua se afloja y el corazón se descalza comenzó a contar su singular historia.

"Eran las cinco de la mañana, como todos los días Maria se dirigía a la cocina a preparar su desayuno, aún era de noche pues era pleno el invierno. Todo hubiera sido normal ese día. Levantarse, desayunar, vestirse para ir a su trabajo, tomar el colectivo siempre a la misma hora: 5:45 hs sino fuera porque ese día sintío que un ángel la abrazaba fuerte como si quisiera saludarla muy especialmente. Le dijo algunas cosas al oído que al principio no entendió, pero sólo sintió su amor incondicional que le señalaba un buen día.

Así corrió ese día el colectivo y cuando subió, sintió otra vez su presencia, le obligó a gira la cabeza y posar su mirada en alguien,

-míralo bien - le susurro su ángel, al oído con una voz muy suave -es él-.

Él era un joven muy bello de larga cabellera, ambos se quedaron extasiados ante la presencia del otro, como si una luz blanca los envolviera... De pronto toda la gente pareció esfumarse... fue muy simple, María se acercó y le dijo:

-hola, me puedo sentar con vos- con una confianza extrema como si lo conociera de toda la vida, algo le hacia sentir que estaba en casa y que podía moverse en libertad, sintieron amor, sí... amor, pleno amor, sin miedos, ni prejuicios, sin dolor, con la candidez que sólo puede dar el amor puro sano, santo, casi perfecto, todo eso en los 10 minutos que duró el viaje hacia su trabajo.

Él, más asombrado que ella, bajó del colectivo y la siguió, a la media cuadra intentó besarla, pudo ver a su alrededor una luz blanca que recorría su periferia, no tuvo miedo, pero la realidad la empujó y esquivó su rostro, le dio su número de teléfono y se despidieron. Sólo supo que se llamaba David.

Al tercer día sentían conocerse de toda la vida, sentían que sus almas gemelas se habían encontrado al fin para descansar juntas por siempre. Tambíen fantasearon haberse conocido en vidas pasadas. Cualquier explicación era buena para entender los veinte años de edad que los separaban y que ninguno de los dos notaba.

Como explicarse que los dos amaban la música, que flotaban al mirarse. Que veían el cielo al hacer el amor y que sus cuerpos llevaban uno el recuerdo del otro en la piel. Pues era así, cuando estaba en el trabajo ella podía sentir su piel rozándola, su rostro contra el suyo, su larga cabellera, la fuerza de su juventud y hasta... un orgasmo en soledad era posible con solo recordarse.

Pronto su ángel le explicó el secreto:

Mi ángel estaba enamorado de su ángel, ellos se conocían desde siempre, habían pasados miles de años juntos, pero un día, vaya a saber como, Se habían perdido y su tristeza era muy grande. Ahora por fin se habían encontrado y encarnado en dos personas que podían entender este secreto.-contó María.

Así disfrutaron varios meses de su amor incondicional. Sus charlas interminables acerca de la vida, sus paseos a la luz de la luna y cenar con velas una noche cualquiera, todo parecía maravilloso...

Pero un día la tristeza se apoderó del ángel de David y lo llevó muy lejos, al país de la duda y la confusión. Él quedó atrapado allí como en un bosque cerrado donde la luz no puede penetrar. Los fantasmas comenzaron a rodearlo y ya sin salida se entregó a ellos para no volver jamás.

Desde ese día David, su David, su pequeño gran amor,... ya no fue el mismo, las dudas se agolparon en su mente y poco a poco se fue alejando de la vida de María, dejando a su ángel desvalido y en soledad. Su dolor fue insoportable, ella murió de amor sin volver a verlo”.

El final del relato nos encontrón a algunas con las manos tomadas fuertemente y a otras abrazadas llorando desconsoladas.

Romana se retiró lentamente sin decir palabra, como envuelta en una nube dorada, con la mirada perdida y el rostro inerte.

Adonde ella se estaba sentada, se encontraron unas plumitas blancas como de algún pájaro, hasta ahora desconocido. Esas plumas eran similares a las que se encontraron en su habitación al día siguiente, en el suelo junto a un periódico donde anunciaba la boda de un tal David

Las mismas plumas que se encontraron junto a su cuerpo tendido en el asfalto bajo el puente, en esa carretera.

Algunos dicen que esa noche una luz cruzó el cielo, era blanca brillante.

Alguien dice que vio un hermoso ángel volando desde el puente.

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© Derechos de Steel. Está prohibida la reproducción y el uso de sus imágenes. Ilustraciones de Stella Maris Vazquez